viernes, 17 de junio de 2011

El Elefante Azul.

–No se trata de creer –dijo Ansky–, se trata de comprender y después de cambiar.
Roberto Bolaño, 2666.

La tablilla era antiquísima y decía: ‘Voz del elefante azul: si una persona repite tres veces la palabra uka será llevado ante la divinidad’. 

El primer debate surgió sobre el tipo de elefante: asiático  o africano, después sobre su edad, su sexo, su lugar de nacimiento. Pronto hubo grupos de apoyo para todo tipos de elefantes de todas las edades y nacidos en lugares inverosímiles del mundo. 

Los científicos, por otro lado, discutían la posibilidad de que un elefante fuera azul. Una parte decía que se podía, otra que no. Esto agravó la situación, pues algunos argumentaban que el elefante era azul celeste y otros azul marino. También comenzaron a preguntarse el significado de la palabra mágica, el volumen con que debía pronunciarse, la entonación, la hora para decirse, y muchas otras variables.
Al paso del tiempo los grupos se enfrentaron buscando realzar la gloria del mítico elefante. En esa primera guerra el ganador fue el grupo del elefante azul cielo de 2 años, nacido en África, defensores de que la palabra uka debía pronunciarse a un volumen moderado los lunes a las tres de la mañana durante todo el mes de octubre. 

En realidad, no importa quién triunfó, con el paso del tiempo volvían a surgir más y más partidarios de diversas corrientes. Y así sigue siendo hasta el día de hoy.

De vez en cuando alguna que otra persona era tomada por la divinidad, pero como nunca se les escuchaba decir las palabras no lograron esclarecer el misterio sobre la pronunciación, volumen y circunstancias correctas. Se les dejaba morir en el olvido, y se continuaba la discusión.

bplg.

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