viernes, 26 de septiembre de 2014

Apología de las nuevas generaciones

Creo que uno de los momentos más curiosos de la vida es cuando se notan las primeras diferencias, pequeñas y sutiles, entre las generaciones. Me ha tocado ver el cambio de vestiduras, de comportamiento, de gustos, entre los más jóvenes de la sociedad y los que tenemos más o menos la misma edad. Pareciera ser una ley de la vida el que los más viejos se quejen de las formas de los más jóvenes. Pero a veces no estoy tan seguro de que los jóvenes estén equivocados.

Creo que las nuevas generaciones enfrentarán problemas muy graves y que sus enemigos más importantes no serán físicos, sino que su campo de batalla será, más que en cualquier otro momento de la historia, interno.  La humanidad ha recorrido un largo camino de generación en generación sólo para no ponerse nunca de acuerdo en nada, pero creo que nunca se habían visto apatía e indiferencia hacia la duda, la idea, el conocimiento, de forma tan generalizada y total como la que se empieza a vislumbrar hoy.

 Nuestra generación, al igual que las anteriores, se ha encargado de señalar las faltas de los más jóvenes, a veces con acierto, a veces con saña, pero siempre omitiendo su responsabilidad: es herencia nuestra y de los anteriores a nosotros el estado de cosas que forjaron a quienes criticamos. Nuestros fueron los fallos en la educación que se les impartió en casa y en las escuelas, fue nuestro bagaje cultural el que ellos tuvieron al alcance, con su reguetón, sus reality shows, y todo el entretenimiento que nosotros engendramos y que masificamos. Fue nuestra, también, la falta de previsión o la imposibilidad de cambiar lo que se vislumbraba venir. Nosotros les exigimos lo que nosotros no hicimos, y nos quejamos cuando no lo hacen.

Aun así, creo en las nuevas generaciones. Sé que tropezarán en el camino, todas las generaciones lo hacen, pero también sé que siempre hay alguien que trasciende su tiempo aunque no llegue en la forma que esperamos los más viejos: los escritores, los músicos y los filósofos están agónicos y escuetos. Pero las nuevas generaciones tienen nuevas armas que a nosotros nos pueden parecer extrañas, insulsas  e inocuas y que pueden marcar una diferencia, como los blogs, los videos blogs, los podcasts, y demás.  No debemos olvidar, tampoco, que estamos dejando generaciones con  mayor libertad y con una mente más abierta hacía nuestros tabús y que podrían terminar, por fin, con nuestros últimos rasgos racistas o sexistas. Ninguna generación se ha acercado tanto a la igualdad y a la tolerancia, como las más recientes.

Poco podemos hacer con los jóvenes o los adolescentes, ellos ya han formado en gran medida su carácter y han tomado su propio camino y sus propias decisiones. Pero, de parte de quien acaba de salir de ahí, el único consejo que puedo darles es que no le teman a la libertad que heredan. Muchas generaciones esperaron y lucharon para crear un momento como este, en el que el cambio es posible. Regresar a lo que los viejos combatieron no es una respuesta, allá no hay nada. Deben enfrentar las consecuencias de una libertad que abarca también a malas personas. Enfrentar ese problema también es parte de ser libre.

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