Acorde con
los tiempos, hay una nueva forma de hacer negocios por internet: plataformas a
través de las cuales se ofrecen en renta todo tipo de artículos, bienes y
servicios. Antes, los anuncios se publicaban en los clasificados de los
periódicos, hoy el medio es electrónico y los resultados son mucho mejores. Podadoras,
motocicletas, cuatrimotos, esquíes, carros, camionetas, casas de campaña,
departamentos, avionetas, yates, y no sólo eso, también servicios de
transporte, hospedaje, masajes, clases, reparaciones, todo es negociable y todo
está en internet.
Tomemos el
caso de Uber, un sitio web y aplicación que permite convertir a cualquier
poseedor de un vehículo en taxista. El usuario ingresa su ubicación y su
destino, selecciona el tipo de vehículo, que puede ir desde autos compactos hasta
limosinas, y en minutos tendrá su auto y chofer. La ventaja, aparte de la
selección del transporte, es una tarifa más baja que la de cualquier compañía
que oferte el mismo servicio sin que esto represente una pérdida para ninguna
de las tres partes: la ganancia es, en su mayoría, para el piloto, un pequeño
porcentaje para la página, y una ganancia final para el usuario, que se ahorra
unos cuantos pesos. Y claro, la posibilidad para cualquiera que tenga un coche
y desee ganarse un dinero extra haciéndola de chofer.
El servicio
de Uber tiene en jaque a los sindicatos y compañías de transportistas en
ciudades como San Francisco o Nueva York, donde se forzó al sitio a cobrar un
impuesto destinado al municipio. La medida no bastó para los sindicatos, que
ven en el servicio una competencia desleal. En nuestro país, el Distrito
Federal, México y Nuevo León ofrecen el servicio aún sin la intervención del
gobierno. Y en internet surgen multitud de páginas similares con mucha frecuencia.
El sitio
Airbnb nació como una propuesta para que estudiantes, mochileros y trotamundos tengan
la oportunidad de visitar ciudades de una forma más humana y cálida. En lugar
de una fría recepción de hotel, los viajeros pueden disfrutar (o no) de la hospitalidad
de parejas, familias o personas que ponen en renta sus cuartos, casas o
departamentos a un precio razonable que ofrece la posibilidad de viajar a quien
de otra forma no lo haría. El sitio, claro, cobra una tarifa, pero la verdadera
ganancia es para el propietario.
Las cadenas
de hoteles y sus sindicatos, al igual que los taxistas, ven en el sitio una
ilegalidad, una forma de evadir impuestos y un desestabilizador de precios. En
parte es cierto: hay casos en los que un sólo usuario ofertó hasta trescientos
alojamientos distintos. Pero también llama la atención que ante la propuesta de
Airbnb de regularizarse y pagar impuestos, los hoteles se opusieron. ¿Por qué?
Incluso con
impuestos, los precios del sitio continúan muy bajos. Las grandes cadenas
hoteleras no tienen mucho que perder, sus clientes no necesitan regatear el
hospedaje, pero las cadenas más pequeñas y los hoteles familiares o de
particulares sí se encuentran en peligro. Porque airbnb no es sólo una competencia
difícil y tramposa, sino que vuelve evidente un hecho conocido: los servicios de
hospedaje pueden ofrecerse a un precio más bajo sin que representen una pérdida
para los propietarios.
En México,
el precio del transporte público se establece cuando el gobierno, que hace todo
menos representar al pueblo, y los líderes de los taxistas y transportistas se
sientan a negociar. Por parte de los trabajadores del volante se mencionan
tópicos como la inflación, los impuestos, los gasolinazos. Del lado del
gobierno no me imagino qué puede escucharse, acostumbrados como están a no usar
nunca el transporte público, algunos desde siempre, y culpables como son de
repartir concesiones de taxi de una forma sucia e irresponsable. Es una
negociación donde los únicos que no tenemos voz somos los usuarios. De forma
que los precios se mueven de acuerdo a las necesidades de los trabajadores del
volante y de un gobierno famoso por su corrupción. No queda más que esperar
unos años y ver qué tiene internet que opinar al respecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario